A mucha gente no le gusta ponerse en los zapatos de otros. O
no les interesa. En el boliche, si uno sobrevive la experiencia de ponerse unos
zapatos aun calientes, que no sabemos quién uso antes que nosotros, si libramos
ese trance, el boliche es muy divertido. Y si te huelen los pies, al menos ese día
tendrás un pretexto.
“Antes de criticar a alguien deberías de caminar una milla en sus
zapatos. Así cuando lo critiques estarás a una milla de distancia de él… y tendrás sus zapatos”
Pero si de lo que hablamos no es de boliche o de robar
zapatos, entonces estamos hablando de empatía.
La empatía es una de esas cosas como donar dinero a una
causa o como hablarle a tu madre: TODOS decimos que es importante, que todos
debemos de hacerlo, que no hay razón por la cual no hacerlo… etc.
Pero a la hora de
la verdad, NADIE las hace. Normalmente el frapuccino
light deslactosado llega justo antes del voluntario de la Cruz Roja; y el
último programa de la noche no sé por qué siempre termina demasiado tarde como
para llamarle a tu madre.
Queriendo o sin querer normalmente nunca consideramos
la perspectiva de la persona de enfrente. Y cuando lo llegamos a hacer,
normalmente es como en el chiste del egocéntrico: “pero ya no hablemos de mí,
mejor Tú dime que piensas de mi”. Solemos preocuparnos mucho de lo que otros
piensen de nosotros pero rara vez nos ponemos en los zapatos de la persona
frente a nosotros.
Tengo el honor de liderar un equipo de ventas y es muy
evidente que la gente más exitosa es aquella que hace preguntas encaminadas a
descubrir con quien están tratando de hacer negocios. Y aplica en todo, no solo
en ventas. En relaciones dentro de la empresa, con la pareja, con los hijos.
Simplemente no nos ponemos en el lugar de la persona frente a nosotros.
Lo que para ti es entretenimiento para otro es pérdida de
tiempo. Lo que para ti es fácil, para otro es muy difícil. Si esperas
resultados en base a lo que una acción específica representa solo para ti,
puedes llevarte una sorpresa muy desagradable.
La persona frente a mí.
Ese
que necesito se calle para poder hablar, que tiene que darme una firma, darme
un servicio, cuide a mis hijos o me de descuento de Jueves hoy que es viernes. ¿Qué
tan difícil puede ser un esfuerzo extra, romper una regla, cambiar algo o dejar
de hacer algo para que yo logre lo que quiero? Que gente tan inconsciente, ¿verdad?
Todos somos yo. Todos los demás son él o ella. Y si solo importa lo que yo
quiero, él o ella no lo van a ver así. Ya dije que aquí no hay ni reglas mágicas
ni verdades absolutas. Pero aquí unos tips para que consideremos la perspectiva
de el YO que vive dentro de él o ella y lograr que tu logres lo que tu YO
quiere. ¿Quedo claro? A ver explícamelo.
1. ¿Quién es la persona que está frente a mí?
Considera con quien hablas. Una
vez me atendió un cajero en USA que trabajaba ahí para ayudarse en lo que
terminaba sus estudios en Antropología. ¿Qué sabes tú de la persona con la cual
estas negociando, conquistando o evitando? No sabes las sorpresas que te llevarás.
2. ¿Qué espera de esto la persona frente a mí?
No asumas nada. Probablemente pienses
“obvio lo que quiere es que le de mi discurso y me vaya de aquí” ¿Estás seguro? Tal vez tu proyecto es una gran oportunidad o algo interesantísimo
para quien te escucha. O todo lo contrario, pero solo preguntando lo sabrás.
3. ¿Que implica lo que yo quiero para la
persona frente a mí?
Si deseas obtener algo de alguien, ese
alguien tendrá que hacer algo por ti. O dejar de hacer algo. Dedicarte tiempo.
Hacer algún tipo de esfuerzo tal vez. O elegirte en lugar de otras personas.
Aun en ambientes de negocio la persona con la que interactúas necesitara actuar
a nombre de la empresa. Nada se da o se obtiene gratis. Esto es cierto para ti
y para los demás. Desde el barman que te atiende hasta la maestra de tu hijo.
Tu cliente y tu proveedor.
4. Si logro lo que yo quiero, ¿que obtendrá
esta persona?
Es fácil pensar que si tu obtienes lo que
necesitas a todo el mundo le ira bien. Obvio, eres el centro del universo ¿no?
Un genio por ser descubierto y próximo ídolo de las multitudes.
Ok, si obtienes lo que buscas…
Tú cubres tu cuota
Tú cobras to comisión
Tú mejoras tu reputación
Tú obtienes esa pieza de información que
necesitabas
¿Y la persona frente a ti?
¿Cubre una necesidad?
¿Fue escuchado?
¿Ganará algo? ¿Perderá algo?
¿Su trabajo mejorara o será exactamente
igual?
La persona más importante del mundo justo
en este momento.
¿Quiénes son las personas que mejor
escuchan? Irónicamente aquellas que están pensando en sí mismas, es decir
aquellas que saben que al poner atención en su interlocutor están obteniendo
información valiosa que les permitirá: 1.- Saber quién es 2.- Que espera de todo esto, 3.- Que implica
esto para él o ella y, 4.- Que obtendrá él o ella si tú logras tu objetivo. Y
con esto tienen mejor probabilidad de lograr sus objetivos.
Una técnica muy sencilla para escuchar bien a
la persona frente a ti es que cuando estas escuchando a alguien te digas a ti
mismo “esta es la persona MAS IMPORTANTE del mundo para mí en este momento”.
Esto no lo invente yo, lo escuche de alguien más. Cuando lo escuche la primera
vez pensé “Cursi, Ñoño” pero ¿qué crees? Funciona muy bien. Es un asunto de
conciencia, pensar y estar consciente que quieres lograr lo mejor de esa
conversación. Durante y al final de la misma hay un agradable sentimiento de demostrar
respeto e interés con quien te está dedicando su tiempo. Y te pones en sus
zapatos (por favor no te los robes) y te haces esas 4 preguntas. Y piensas
“esta es la persona MAS IMPORTANTE del mundo para mí en este momento”. Veras que
al final será más fácil que tú logres lo que tú quieres.
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