viernes, 29 de agosto de 2014

“… but we should be going Nowhere Fast”... o tal vez no.


En 1984 Jim Steinman escribió la canción “Nowhere Fast”, interpretada originalmente por Fire Inc. y posteriormente en una sensacional versión por Meat Loaf. En esta increíble canción, la emoción de la rebeldía y la libertad nos contagian y llenan de energía. La imagen de conducir una motocicleta a toda velocidad es muy atractiva. Con el atardecer como único destino y con el viento en la cara, como si el mañana no existiera.

De cierta manera, sin motocicleta, sin música energizante y sin otros glamorosos ingredientes, el vivir sin destino a toda velocidad es la realidad de muchísima gente. Nuestro frenesí por llegar a la tierra prometida no solo nos hace olvidarnos de disfrutar del camino. El verdadero peligro es que con demasiada frecuencia, no sabemos dónde está la tierra prometida, como se ve, y, peor aun, ni siquiera estamos seguros si es ahí a donde queremos realmente ir.

“Si fallas en planear, planeas fallar” Existen muchos dichos y refranes que advierten sobre este riesgo. Muchos se dicen y repiten, pocos se les pone real atención.

La velocidad es un asunto relativo. Si tenemos fijo un objetivo, si este nos llena de vida, está de acuerdo con nuestros principios, valores e intereses, entonces, para cuando nos demos cuenta, estaremos a toda velocidad. Mucha gente vive bajo la sensación de ir a toda velocidad pero sin ir realmente a ningún lado.


  • Las agendas se llenan de compromisos sin darnos cuenta.


  • Las redes sociales nos permiten “sociabilizar” con docenas de personas a la vez.


  • Las fechas comprometidas llegan sin cesar.


  • Paso el caótico cierre de mes y ya viene el siguiente.


  • Entregaste el reporte y ahora viene la presentación.


Es decir, vamos muy rápido. A ningún lado. Si no tenemos claro a donde vamos, no vanos a ningún lado. Muy probablemente estamos apurados para cumplir los sueños de alguien más en lugar de los propios.

Sabiendo exactamente a donde vamos es como se traza una vida. El poner objetivos da sentido y dirección a nuestras acciones. Si sabemos a dónde vamos y todo lo que hacemos va en esa dirección, entonces hablamos de velocidad.

Dame tu ubicación en Google® Maps.

Si justo hoy, entre el “conference call” de las 9:00, varios correos contestados desde tu Smartphone y la llamada de tu esposa para preguntarte cuando vas a acompañar a tu hija a su clase piano, te diste cuenta que, aunque vas a toda velocidad, no vas a ningún lado: está bien, no te preocupes. Siempre puedes trazar una línea en tu vida que sea la línea de salida, de inicio de una nueva carrera (solo que ahora con línea de Meta).


  1. El punto de inicio. Empiezas creando la imagen de lo que quieres ser y/o hacer, de aquí a, digamos en 10 años. Debes de ser lo más específico y detallado que puedas. Dónde vas a estar, que vas a estar haciendo, donde vas a vivir, cuánto dinero vas a ganar, quienes van a estar contigo. El decir “voy a tener mi propio negocio y tener una casa más grande”… no has dicho nada, es demasiado ambiguo. Plantea tu meta de manera específica y detallada, y asegúrate que sabes por qué quieres llegar ahí, asegúrate que sea lo que te gusta y te llena.
  2. ¡Dame más gasolina! Ahora que sabes a dónde vas, ahora que te has visto en ese futuro, si has sido honesto… hablemos de motivación. El trabajar por lo que realmente te gusta se convertirá en el combustible de tu velocidad. La cafeína de tu café de la mañana se fue después de un par de horas; la emoción de una película que te inspira, se va con las palomitas. La verdadera motivación está en ti mismo. ¿Ahora ves por qué es tan importante poner metas específicas y que sean compatibles con tus ideales?
  3. ¿Cómo se come un elefante? ¡Una mordida a la vez! ¿Cómo pasas de tu realidad actual a tu futuro planeado? Rompiendo tú meta en objetivos más pequeños que debes de ir cumpliendo para alcanzar tu gran meta. Recuerda, poco a poco… poco se vuelve MUCHO.


Gimme good lovin’ every day!

Estos objetivos, estas acciones que tienen como fin llevarte a tu gran meta, son los escalones. No hay atajos. Debes de trabajar todos los días en ellos. Todos los días sin excepción. Al final de cada día debes de preguntarte que hiciste hoy para llegar a tu meta. Si la respuesta es: nada. Algo está mal. ¿La meta será la correcta? Si pasas días y días y no haces nada, la meta no es la correcta. Puro y simple. No, no estas demasiado ocupado. No, no vas a empezar después del presupuesto o después de las vacaciones. Si no lo has hecho, no te interesa realmente. Vuelve a tomar una hoja de papel en planco (o una nueva nota digital en EverNote®) y vuelve a comenzar.

Recuerda, hazte una imagen de lo que quieres, asegúrate de que sea lo que realmente te gusta, desmenuza tu meta en pequeñas partes y trabaja en ello TODOS los días.